Mauricio Araya
He vuelto a recorrer aquel camino que no conocí,
he visto las piedras molidas y solas que no imaginé,
aparecen nuevamente a jugar los niños sin infancia.
Veo las soledades acompañadas de la mano
y aquella lluvia seca que inundó mi niñez,
me alejo solitario y siento el aliento de miserables criaturas.
Los cigarros en el suelo me guían,
en aquel lugar que conocí
pero que desconozco.
Medito la ausencia de aquellos años
en donde todo era concebido por gracia,
cuando los viejos ladrillos brillaban con nuestras sonrisas.
Dejo mi alma en este lugar,
Me recuesto en el sollozo del pasado
que los niños se llevaron con el tiempo,
cuando sonreíamos de verdad
en aquel rincón olvidado
que hoy es otro,
como una hoja enferma
que ha caído de un árbol sagrado
y que no volverá a brillar,
solo en el sutil reflejo de nuestras almas desgastadas.
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